Antonio, 68 años, Zaragoza

“Soy Antonio, un jubilado de 68 años que vive en Zaragoza. Compré mi Citroën C3 Aircross en 2019, justo después de jubilarme. Pensé que sería el coche perfecto para disfrutar de mi tiempo libre, hacer viajes con mi esposa y visitar a mis nietos. Apenas tiene 35,000 km porque solo lo usamos para viajes cortos y algún que otro paseo.

Sin embargo, hace unos meses comenzó a fallar. Primero fue un ruido raro en el motor, luego el coche empezó a perder potencia en las cuestas. Lo llevé al taller y me dijeron que la correa de distribución estaba desintegrándose, contaminando el aceite del motor y dañando otras partes. La reparación costó 4,500 euros. Para mí, esa cantidad es un golpe muy duro.

Con mi pensión, no es fácil afrontar gastos tan grandes. Además, perdí la confianza en el coche. ¿Y si vuelve a fallar? Me uní a la reclamación contra Stellantis porque no es justo que nosotros, los clientes, tengamos que pagar por un defecto de fábrica. Y, sinceramente, me preocupa dejar este problema a mis hijos. Dios no lo quiera, si llegara a faltar, lo último que quiero es que hereden un coche con estos defectos y tengan que cargar con los costes. Espero una indemnización que cubra no solo los costes de la reparación, sino también la depreciación del coche. Me siento traicionado por una marca en la que confié y quiero que se haga justicia. Nosotros, los jubilados, hemos trabajado toda la vida para disfrutar de nuestra vejez, y ahora esto es una preocupación que no necesitamos.”