Luis, 52 años, Sevilla

“Me llamo Luis y soy de Sevilla. Trabajo como autónomo en el sector de la construcción, y mi Opel Grandland X con motor PureTech era esencial para mi trabajo.

Lo compré nuevo en 2019, pensando que un coche moderno y robusto sería una inversión segura. Pero apenas llegados a los 45,000 km, empezó a mostrar problemas. El motor se sobrecalentaba con frecuencia, y había un ruido metálico persistente al acelerar. Al principio, pensé que era un problema menor, quizás una cuestión de mantenimiento.

Pero cuando lo llevé al taller, me dijeron que la correa de distribución estaba rota y había liberado fragmentos en el aceite del motor. Estos fragmentos habían afectado también el sistema de frenado, lo que representaba un peligro enorme. La reparación total me costó 5,500 euros.

Para mí, eso es una fortuna. Tuve que dejar de lado otros pagos importantes y buscar ayuda financiera para cubrir el coste. Lo peor de todo es que después de la reparación, el coche nunca volvió a funcionar igual. Perdí confianza en mi vehículo y en la marca.

Me siento profundamente defraudado. Cada día que pasé sin mi coche supuso un quebradero de cabeza. Tuve que coger un coche de alquiler, y con estos problemas, he perdido un montón de dinero.

Me uní a la reclamación contra Stellantis porque estoy cansado de ser ignorado. Este problema no es algo menor; es un fallo de diseño que afecta a miles de personas, muchas de ellas como yo, que trabajan duro para ganarse la vida. La indemnización que busco es justa y necesaria para cubrir mis pérdidas y la depreciación de mi vehículo, que ahora vale mucho menos de lo que pagué. Estoy dispuesto a luchar hasta el final para que se haga justicia, no solo para mí, sino para todos los que han sufrido por este motor defectuoso.“